miércoles, 26 de octubre de 2011

ACTIVIDAD 2: Autocontrol (parte 2)

    El autocontrol es la habilidad que tenemos para controlar nuestras propias emociones, comportamientos y deseos para obtener alguna recompensa posterior, es decir, es una capacidad que nos permite gestionar nuestro futuro de una forma eficiente.

    Encontramos dos formas de autocontrol:

  • Cuando nos privamos de algo que creemos que es positivo en la actualidad para evitar consecuencias negativas que no son perceptibles a corto plazo. Por ejemplo, cuando queremos dejar de fumar, nos privamos del tabaco (que para nosotros es positivo) en la actualidad para poder evitar consecuencias negativas a largo plazo, pero lo que experimentamos a corto plazo será negativo, como la angustia, ansiedad, etc.
  • Cuando hacemos algo en el presente que puede parecer de carácter negativo pero que en el futuro (a largo plazo) nos proporcionará consecuencias positivas. Por ejemplo, cuando hacemos horas extra en nuestro trabajo un sábado por la noche, en el momento que las estamos haciendo puede parecer negativo, ya que estamos dejando de salir con los amigos por trabajar (estímulo negativo), pero, en el futuro (a largo plazo) recibiremos más dinero junto con el sueldo, por tanto, recibiremos consecuencias positivas.

  
    Por tanto, cuando hablamos de autocontrol, también hablamos de otros factores como son la autoestima, las relaciones interpersonales, la personalidad, entre otros. Y se trata de generar una serie de estrategias propias que nos permitan evitar tener conductas que no deseamos.

    Es importante trabajar el autocontrol, al igual que fomentarlo porque los niños y niñas desde 0 hasta 6 años no lo tienen desarrollado. Al principio, actúan en base a los impulsos y deseos que tienen en cada momento, y lo quieren todo ¡Ya! Los adultos pueden pensar que el niño o niña es desobediente cuando muestra estas actitudes pero, este pensamiento no es correcto. Lo correcto, sería pensar que estos niños y niñas todavía no han aprendido la capacidad de autocontrol.

    En suma, necesitarán muchos intentos para suprimir esos instintos (involuntarios) y que pasen a ser procesos cognitivos controlados y se transformen en conductas voluntarias. Y para que se produzca este cambio, habrá que trabajarlo, no sólo dentro del aula sino en todos los ámbitos en los que se “mueve” el niño o niña. Además, una vez haya conseguido esta capacidad, no habrá que dejar de trabajarla sino que habrá que afianzarla, continuar trabajándola para que finalmente, se produzca de una forma voluntaria y natural, ya que así, ayudaremos a los niños y niñas a controlar sus emociones, comportamientos y deseos de una forma adecuada y acorde con las situaciones que vayan viviendo a lo largo de su vida.

    Finalmente, decir que no hay una única forma de trabajar el autocontrol, ya que, como he dicho anteriormente, hay que trabajarlo en todos los momentos y ámbitos en los que se encuentre el niño o la niña, algunos ejemplos de cómo trabajar el autocontrol, podrían ser los siguientes:

  • Hacer de modelos para los niños y niñas. 
  • Aprender a detectar y conocer las emociones que tenemos en cada momento. 
  • Enseñarles habilidades nuevas, como podría ser la relajación. 
  • Enseñarles a esperar, a ir poco a poco, en resumen, a tener paciencia. 
  • Enseñarles a tolerar la frustración, es decir, enseñarles que no se puede ganar siempre o que a veces hay que renunciar a algunas cosas en beneficio de otras. 
  • Nunca debemos etiquetar a los niños y niñas, como por ejemplo, este niño es vago, o esta niña es desobediente.
  • Debemos hablar siempre de conductas, es decir, de lo que hacemos que se puede observar, así los niños y niñas interiorizarán mejor las situaciones y podrán comprender y afrontar mejor los problemas y conflictos. 
  • Mediante actividades, como podrían ser, la técnica del semáforo,  la actividad del pollito amarillo, alguna actividad que les ayude a aprender a tener conversaciones con los demás,  a saber esperar su turno, a estar tranquilos, a pensar en cómo resolver una situación, etc.

    Como conclusión, hay un sinfín de formas de trabajar el autocontrol, y debemos poner en práctica tantas como podamos, para preparar a los niños y niñas para el futuro, para enfrentarse a la sociedad. Y debemos tener claro, que cualquier momento y cualquier lugar es bueno para enseñarlo y trabajarlo.

jueves, 20 de octubre de 2011

ACTIVIDAD 2: Autocontrol (parte 1)

    El autocontrol es la habilidad que tenemos para controlar nuestras propias emociones, comportamientos y deseos para obtener alguna recompensa posterior, es decir, es una capacidad que nos permite gestionar nuestro futuro de una forma eficiente.

    Encontramos dos formas de autocontrol:

  • Cuando nos privamos de algo que creemos que es positivo en la actualidad para evitar consecuencias negativas que no son perceptibles a corto plazo.
  • Cuando hacemos algo en el presente que puede parecer de carácter negativo pero que en el futuro (a largo plazo) nos proporcionará consecuencias positivas.
    Es importante no confundir el autocontrol con la capacidad de “evitación”, con esto quiero decir, la evitación se produce porque actuamos controlando nuestros impulsos en base a una presión exterior que nos obliga a actuar de una forma determinada, pero, cuando hablamos de autocontrol, esa presión exterior no debe existir.


    Por tanto, cuando hablamos de autocontrol, también hablamos de otros factores como son la autoestima, las relaciones interpersonales, la personalidad, entre otros. Y se trata de generar una serie de estrategias propias que nos permitan evitar tener conductas que no deseamos.

    Es importante trabajar el autocontrol, al igual que fomentarlo porque los niños y niñas desde 0 hasta 6 años no lo tienen desarrollado. Al principio, actúan en base a los impulsos y deseos que tienen en cada momento, y lo quieren todo ¡Ya! Los adultos pueden pensar que el niño o niña es desobediente cuando muestra estas actitudes pero, este pensamiento no es correcto. Lo correcto, sería pensar que estos niños y niñas todavía no han aprendido la capacidad de autocontrol.

    En suma, necesitarán muchos intentos para suprimir esos instintos (involuntarios) y que pasen a ser procesos cognitivos controlados y se transformen en conductas voluntarias. Y para que se produzca este cambio, habrá que trabajarlo, no sólo dentro del aula sino en todos los ámbitos en los que se “mueve” el niño o niña. Además, una vez haya conseguido esta capacidad, no habrá que dejar de trabajarla sino que habrá que afianzarla, continuar trabajándola para que finalmente, se produzca de una forma voluntaria y natural, ya que así, ayudaremos a los niños y niñas a controlar sus emociones, comportamientos y deseos de una forma adecuada y acorde con las situaciones que vayan viviendo a lo largo de su vida.

    Finalmente, decir que no hay una única forma de trabajar el autocontrol, ya que, como he dicho anteriormente, hay que trabajarlo en todos los momentos y ámbitos en los que se encuentre el niño o la niña, algunos ejemplos de cómo trabajar el autocontrol, podrían ser los siguientes:

  • Hacer de modelos para los niños y niñas. 
  • Aprender a detectar y conocer las emociones que tenemos en cada momento. 
  • Enseñarles habilidades nuevas, como podría ser la relajación. 
  • Enseñarles a esperar, a ir poco a poco, en resumen, a tener paciencia. 
  • Enseñarles a tolerar la frustración, es decir, enseñarles que no se puede ganar siempre o que a veces hay que renunciar a algunas cosas en beneficio de otras. 
  • Nunca debemos etiquetar a los niños y niñas, como por ejemplo, este niño es vago, o esta niña es desobediente. 
  • Debemos hablar siempre de conductas, es decir, de lo que hacemos que se puede observar, así los niños y niñas interiorizarán mejor las situaciones y podrán comprender y afrontar mejor los problemas y conflictos. 
  • Mediante actividades, como podrían ser, la técnica del semáforo,  la actividad del pollito amarillo, alguna actividad que les ayude a aprender a tener conversaciones con los demás,  a saber esperar su turno, a estar tranquilos, a pensar en cómo resolver una situación, etc.
    Como conclusión, hay un sinfín de formas de trabajar el autocontrol, y debemos poner en práctica tantas como podamos, para preparar a los niños y niñas para el futuro, para enfrentarse a la sociedad. Y debemos tener claro, que cualquier momento y cualquier lugar es bueno para enseñarlo y trabajarlo.

lunes, 10 de octubre de 2011

ACTIVIDAD 1: Caso práctico. (Parte 2)

   Como educadoras, es importante que conozcamos nuestras propias habilidades, tanto las que tenemos como las que necesitamos mejorar o, simplemente, no poseemos, ya que, nuestra tarea primordial es enseñar a los niños y niñas a ser personas hábiles socialmente y, si nosotras no tenemos estas habilidades, difícilmente podremos enseñárselas.

   Hoy en día, la mayoría de adultos se contenta con tener un comportamiento socialmente correcto, es decir, no mostrar sus sentimientos, “aguantar” el trabajo sin parase a pensar si realmente le están quitando o negando derechos que debería tener, muchas veces dejan que los demás piensen por ellos ya que así es mucho más fácil hacer las tareas del día a día, huyen de los problemas o los afrontan de la forma en la que ellos mismos no salgan nunca perjudicados, lo primero siempre es el trabajo y lo último es la relajación, etc.

   Todo esto, me lleva a pensar que poco a poco nos estamos convirtiendo en máquinas automáticas que hacen lo que deben sin reflexionar. Para evitarlo debemos enseñar a las “nuevas generaciones” unas buenas habilidades sociales.

   Las habilidades sociales que deberíamos tener y así, poder transmitir a los niños y niñas serán:

  • Asertividad: ya que cuando hablamos de ella nos estamos refiriendo a la expresión de sentimientos y de saber defender nuestros derechos sin coartar los de los demás. Es importante que sepamos y que, abiertamente, expresemos nuestros sentimientos adecuándolos siempre a las situaciones que vivimos y que, les transmitamos a los niños y niñas cómo expresarlos correctamente. Lo mismo ocurre con los derechos, hay que conocerlos, como trabajadores y como personas que viven en sociedad, para poder, así, defenderlos. 
  • Formas de comunicación: deberemos saber cómo actuar en cada momento, ya que será importante dependiendo de a quién nos estemos dirigiendo, por ejemplo, no es lo mismo dirigirse a un padre de un alumno que dirigirse a un compañero de trabajo. Es importante que adecuemos tanto nuestras palabras (comunicación verbal), como sería por ejemplo, utilizar las fórmulas de cortesía, pedir permiso siempre que sea necesario, etc; como nuestros gestos (comunicación no verbal), como pueden ser nuestra mirada, la sonrisa, la postura corporal, etc. Tampoco debemos olvidar otros aspectos importantes de la comunicación como son el volumen de nuestra voz, la claridad al hablar o la velocidad a la que lo hacemos. 
  • Expresión de las emociones: debemos saber tanto manejar como expresar nuestras emociones. Así pues, también deberemos saber reconocerlas e interpretarlas en los demás, esto, hará que las relaciones interpersonales sean más fáciles, se evitarán malos entendidos, y, por tanto, hará que mejoren nuestras relaciones con los demás. 
  • Autoobservación: es importante que, en todo momento, evaluemos nuestras actuaciones de forma que se conviertan en críticas constructivas que nos permitan mejorar en nuestro trabajo y nos sirvan, también, como crecimiento personal propio. 
  • Autocontrol: poseer este factor, supondrá que podamos actuar de forma adecuada delante de diferentes situaciones. Es muy importante, delante de los niños y niñas ya que para ellos, somos “guías” y no podemos, por ejemplo, perder los nervios ante un accidente, o, por el contrario, elogiar en situaciones que en las que no es adecuado hacerlo. 
  • Relajación: es imprescindible, al igual que con el autocontrol, que estemos relajadas. Supondrá poder afrontar mejor los problemas o conflictos que surjan, así como también afrontar el día a día en el aula y con los compañeros, estaremos más a gusto con nosotras mismas y con los demás. 
  • Actuación ante los problemas: debemos tener técnicas para afrontar los problemas que puedan surgir en el aula. Es importante también que tengamos claro que siempre hay más de una solución a los problemas y que dependiendo de cómo los afrontemos los niños y niñas aprenderán a superarlos con mayor o menor facilidad en el futuro. 
  • Actuación ante los conflictos: también es importante que sepamos solucionar de forma adecuada los conflictos que puedan surgir, no solo entre los niños y niñas, sino también entre los compañeros de la escuela infantil. Ya que saber actuar adecuadamente, mejorará las relaciones y nos dará mayor confianza a la hora de hacer nuestras actuaciones. 
  • Planificación: debemos mantener un cierto orden lógico ante los niños y niñas, además de unos objetivos claros y marcados, eso sí, sin olvidarnos de la flexibilidad para poder cambiarlos o adaptarlos cuando sea necesario. Esto hará que los niños y niñas comprendan qué estamos haciendo en cada momento (rutinas) y les facilitaremos el proceso de aprendizaje en el aula. 
  • Empatía: es la capacidad que tenemos para percibir y comprender la situación de otra persona. Por tanto, si tenemos esta habilidad, seremos capaces de mejorar nuestras relaciones interpersonales y esto producirá que nos desenvolvamos mejor ante las situaciones que se nos planteen, tanto dentro como fuera del aula. 
  • Autoestima: tenerla en un nivel medio-alto, hace que nos sintamos capaces, valiosos, que tengamos ganas de mejorar, de afrontar nuevos retos, nos ayuda también, a sentirnos realizados cuando comprobamos que hemos hecho algo bien o cuando las cosas acaban como lo habíamos planeado. Se puede decir, que si tenemos una autoestima alta, seremos capaces de enfrentarnos a cualquier cosa o situación que se nos plantee, ya sea buena o mala. Además, gracias a ella, podremos mejorar más rápido de una forma más efectiva en todas las demás habilidades planteadas anteriormente.

   En resumen, si poseemos todas estas habilidades, además de poder enseñárselas a los niños y niñas de nuestra aula, podremos tener mejores relaciones con los demás, crecer como personas y convivir de una mejor forma con la sociedad que nos rodea.

   Pero, ¿qué ocurriría si tuviésemos algún déficit en alguna de estas habilidades?

   Podría enumerar una por una cada habilidad de las que he puesto anteriormente, pero personalmente, como personas creo que significaría que somos humanos ante todo. Pero a la hora de referirnos a técnicos profesionales en educación infantil, significaría que, si no tenemos cualquiera de ellas, estaríamos dejando de mostrarles o enseñarles algo valioso a los niños y niñas, como puede ser, la forma de actuar ante los problemas o conflictos, la forma de valorarse a sí mismos y a los demás, la forma de comunicarse de forma coherente con sus sentimientos y emociones, de controlar las situaciones con tranquilidad y autonomía, etc. También se verían afectadas nuestras relaciones, tanto con los niños y niñas como con los compañeros del equipo educativo, así como también, con las familias que acuden al centro.

   En suma, estaríamos “coartando” el desarrollo, tanto social como personal, y, por supuesto, dándoles a los niños y niñas, menos oportunidades para conseguir nuestro principal objetivo, evitar que se conviertan en personas que se comportan como “máquinas automáticas”. No estaríamos creando “nuevas generaciones” con buenas habilidades sociales, sino que, estaríamos siguiendo en la línea actual de comportamiento y actuación.



HABILIDAD
SOCIAL:
ÍTEM
NUNCA
CASI
NUNCA
A
VECES
CASI
SIEMPRE
SIEMPRE
ASERTIVIDAD:
-    Reconoce sentimientos en los demás.





-    Expresa sentimientos.






-    Sabe decir que no.






COMUNICACIÓN:
-    Utiliza lenguaje no verbal de forma adecuada.





-    Moldea su voz de acuerdo con la situación.





-    Utiliza las fórmulas de cortesía.





ACTUACIÓN ANTE PROBLEMAS Y CONFLICTOS:
-    Piensa las posibilidades antes de actuar.





-    Escucha “la versión” de los demás.





EXPRESAR EMOCIONES:
-    Expresa emociones en el momento adecuado.





-    Reconoce las emociones en los demás.





-    Sabe interpretar las emociones.





AUTOESTIMA:
-    Se “hace valer” ante los demás.





-    Se reconoce a sí misma como capaz.





AUTOCONTROL:
-    Piensa las cosas antes de hacerlas.





-    Actúa correctamente ante diferentes situaciones.





PLANIFICACIÓN:
-    Es flexible cuando es necesario.





-    Organiza las actividades antes de hacerlas.





-    Sigue las rutinas.






EMPATÍA:
-    Respeta las situaciones e ideas de los demás.





-    Sabe ponerse en el lugar “del otro”.





domingo, 2 de octubre de 2011

ACTIVIDAD 1: Caso práctico. (Parte 1)

   Como educadoras, es importante que conozcamos nuestras propias habilidades, tanto las que tenemos como las que necesitamos mejorar o, simplemente, no poseemos, ya que, nuestra tarea primordial es enseñar a los niños y niñas a ser personas hábiles socialmente y, si nosotras no tenemos estas habilidades, difícilmente podremos enseñárselas.

   Hoy en día, la mayoría de adultos se contenta con tener un comportamiento socialmente correcto, es decir, no mostrar sus sentimientos, “aguantar” el trabajo sin parase a pensar si realmente le están quitando o negando derechos que debería tener, muchas veces dejan que los demás piensen por ellos ya que así es mucho más fácil hacer las tareas del día a día, huyen de los problemas o los afrontan de la forma en la que ellos mismos no salgan nunca perjudicados, lo primero siempre es el trabajo y lo último es la relajación, etc.

Todo esto, me lleva a pensar que poco a poco nos estamos convirtiendo en máquinas automáticas que hacen lo que deben sin reflexionar. Para evitarlo debemos enseñar a las “nuevas generaciones” unas buenas habilidades sociales.

   Las habilidades sociales que deberíamos tener y así, poder transmitir a los niños y niñas serán:

  • Asertividad: ya que cuando hablamos de ella nos estamos refiriendo a la expresión de sentimientos y de saber defender nuestros derechos sin coartar los de los demás. Es importante que sepamos y que, abiertamente, expresemos nuestros sentimientos adecuándolos siempre a las situaciones que vivimos y que, les transmitamos a los niños y niñas cómo expresarlos correctamente. Lo mismo ocurre con los derechos, hay que conocerlos, como trabajadores y como personas que viven en sociedad, para poder, así, defenderlos. 
  • Formas de comunicación: deberemos saber cómo actuar en cada momento, ya que será importante dependiendo de a quién nos estemos dirigiendo, por ejemplo, no es lo mismo dirigirse a un padre de un alumno que dirigirse a un compañero de trabajo. Es importante que adecuemos tanto nuestras palabras (comunicación verbal), como sería por ejemplo, utilizar las fórmulas de cortesía, pedir permiso siempre que sea necesario, etc; como nuestros gestos (comunicación no verbal), como pueden ser nuestra mirada, la sonrisa, la postura corporal, etc. Tampoco debemos olvidar otros aspectos importantes de la comunicación como son el volumen de nuestra voz, la claridad al hablar o la velocidad a la que lo hacemos. 
  • Expresión de las emociones: debemos saber tanto manejar como expresar nuestras emociones. Así pues, también deberemos saber reconocerlas e interpretarlas en los demás, esto, hará que las relaciones interpersonales sean más fáciles, se evitarán malos entendidos, y, por tanto, hará que mejoren nuestras relaciones con los demás. 
  • Autoobservación: es importante que, en todo momento, evaluemos nuestras actuaciones de forma que se conviertan en críticas constructivas que nos permitan mejorar en nuestro trabajo y nos sirvan, también, como crecimiento personal propio. 
  • Autocontrol: poseer este factor, supondrá que podamos actuar de forma adecuada delante de diferentes situaciones. Es muy importante, delante de los niños y niñas ya que para ellos, somos “guías” y no podemos, por ejemplo, perder los nervios ante un accidente, o, por el contrario, elogiar en situaciones que en las que no es adecuado hacerlo. 
  • Relajación: es imprescindible, al igual que con el autocontrol, que estemos relajadas. Supondrá poder afrontar mejor los problemas o conflictos que surjan, así como también afrontar el día a día en el aula y con los compañeros, estaremos más a gusto con nosotras mismas y con los demás. 
  • Actuación ante los problemas: debemos tener técnicas para afrontar los problemas que puedan surgir en el aula. Es importante también que tengamos claro que siempre hay más de una solución a los problemas y que dependiendo de cómo los afrontemos los niños y niñas aprenderán a superarlos con mayor o menor facilidad en el futuro. 
  • Actuación ante los conflictos: también es importante que sepamos solucionar de forma adecuada los conflictos que puedan surgir, no solo entre los niños y niñas, sino también entre los compañeros de la escuela infantil. Ya que saber actuar adecuadamente, mejorará las relaciones y nos dará mayor confianza a la hora de hacer nuestras actuaciones. 
  • Empatía: es la capacidad que tenemos para percibir y comprender la situación de otra persona. Por tanto, si tenemos esta habilidad, seremos capaces de mejorar nuestras relaciones interpersonales y esto producirá que nos desenvolvamos mejor ante las situaciones que se nos planteen, tanto dentro como fuera del aula. 
  • Autoestima: tenerla en un nivel medio-alto, hace que nos sintamos capaces, valiosos, que tengamos ganas de mejorar, de afrontar nuevos retos, nos ayuda también, a sentirnos realizados cuando comprobamos que hemos hecho algo bien o cuando las cosas acaban como lo habíamos planeado. Se puede decir, que si tenemos una autoestima alta, seremos capaces de enfrentarnos a cualquier cosa o situación que se nos plantee, ya sea buena o mala. Además, gracias a ella, podremos mejorar más rápido de una forma más efectiva en todas las demás habilidades planteadas anteriormente.


   En resumen, si poseemos todas estas habilidades, además de poder enseñárselas a los niños y niñas de nuestra aula, podremos tener mejores relaciones con los demás, crecer como personas y convivir de una mejor forma con la sociedad que nos rodea.

   Pero, ¿qué ocurriría si tuviésemos algún déficit en alguna de estas habilidades?

   Podría enumerar una por una cada habilidad de las que he puesto anteriormente, pero, personalmente, como personas creo que significaría que somos humanos ante todo. Pero a la hora de referirnos a técnicos profesionales en educación infantil, significaría que, si no tenemos cualquiera de ellas, estaríamos dejando de mostrarles o enseñarles algo valioso a los niños y niñas, como puede ser, la forma de actuar ante los problemas o conflictos, la forma de valorarse a sí mismos y a los demás, la forma de comunicarse de forma coherente con sus sentimientos y emociones, de controlar las situaciones con tranquilidad y autonomía, etc. También se verían afectadas nuestras relaciones, tanto con los niños y niñas como con los compañeros del equipo educativo, así como también, con las familias que acuden al centro.

   En suma, estaríamos “coartando” el desarrollo, tanto social como personal, y, por supuesto, dándoles a los niños y niñas, menos oportunidades para conseguir nuestro principal objetivo, evitar que se conviertan en personas que se comportan como “máquinas automáticas”. No estaríamos creando “nuevas generaciones” con buenas habilidades sociales, sino que, estaríamos siguiendo en la línea actual de comportamiento y actuación.